Darwin llamó a este árbol fósil viviente ya que se le considera la especie superior viva más antigua del planeta.
El científico alemán E. Kaemper lo descubrió en Japón en 1691.
Su fuerte resistencia permitió que varios Ginkgo sobrevivieran a la explosión de Hiroshima.
Sus hojas, en forma de abanico, amarillean en otoño; presentando una llamativa coloración en su extraordinario follaje.
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